Relaciones exteriores


En consonancia con su tradicional orientación occidental, las relaciones con Europa siempre han sido una parte central de la política exterior turca. Turquía se convirtió en miembro fundador del Consejo de Europa en 1949, solicitó ser miembro asociado de la CEE (predecesora de la Unión Europea) en 1959 y se convirtió en miembro asociado en 1963. Después de décadas de negociaciones políticas, Turquía se convirtió en miembro asociado de la Unión Europea Occidental en 1992, llegó a un acuerdo de Unión Aduanera con la UE en 1995 y ha comenzado oficialmente las negociaciones formales de adhesión con la UE el 3 de octubre de 2005. Se cree que el proceso de adhesión tendrá una duración mínima de 15 años debido al tamaño de Turquía y la profundidad de los desacuerdos sobre algunas cuestiones. Estos incluyen las controversias con miembros de la UE sobre la intervención militar de la República de Turquía en Chipre para impedir la anexión de la isla a Grecia en 1974. Desde entonces, Turquía no reconoce la República de Chipre como la única autoridad en la isla, sino que apoya de facto la comunidad turcochipriota que forma la República Turca del Norte de Chipre.

Desde finales del decenio de 1980, Turquía comenzó a cooperar cada vez más con las principales economías de Asia oriental, en particular con Japón y Corea del Sur, en un gran número de sectores industriales, que van desde el co-producción de automotores y otros equipos de transporte, bienes electrónicos, electrodomésticos, materiales de construcción y equipamiento militar.

La independencia de los estados turcos de la Unión Soviética, con los que Turquía comparte un común patrimonio cultural y lingüístico, ha permitido a Turquía ampliar su relaciones económicas y políticas profundamente en el Asia central. Dentro de esta política, el Oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan ha formado parte de la estrategia de Turquía para convertirse en un conducto de energía a Occidente. Sin embargo, la frontera de Turquía con Armenia, un estado en el Cáucaso, permanece cerrada después de su ocupación de territorio azerí durante la Guerra de Alto Karabaj. Las relaciones con Armenia han sido tensas por la controversia en torno a las deportaciones forzosas y las muertes relacionadas con cientos de de miles de armenios en los últimos días del Imperio Otomano, reconocida por un número de países e historiadores como el genocidio armenio. Turquía rechaza el término genocidio, argumentando que las muertes fueron consecuencia de la enfermedad, el hambre y las luchas interétnicas.

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