Cuatro islas mediterráneas de las que nunca ha oído hablar




Y es que, para tener éxito ante una apuesta tan arriesgada es necesario evitar lugares como Ibiza, Mikonos, Creta, Cerdeña o Corfú que, habitualmente, son invadidas por los turistas durante los meses de junio, julio y agosto. Pero, afortunadamente, incluso en el Mar Mediterráneo, esto es todavía posible.
Las islas de Favignana, en Italia; Vis, en Croacia; la Gökçeada turca, y Fourni, en Grecia, son seguramente los destinos mediterráneos más apetecibles y tranquilos del momento. Es evidente que estas ínsulas cuentan con menos comodidades que aquellas más transitadas, pero precisamente esta falta de infraestructuras es una de las razones que ahuyentan a la mayor parte de los turistas.

Playas tranquilas y semidesiertas, campos de romero o lavanda, interminables viñedos, pequeños pueblos pintorescos y lugareños amables son los ingredientes que harán que la visita a cualquiera de estas islas se convierta en una experiencia inolvidable.

Favignana (Italia)
Favignana es una isla situada a ocho kilómetros de la costa oeste de Sicilia. Cuando se llega en ferry desde Trapani uno se lleva una sorpresa: Favignana es yerma, hay más cactus que árboles y la costa es más rocosa que arenosa. Tiene forma de mariposa, con las dos ‘alas’ separadas por la cadena montañosa que hay en el centro de la isla, en cuya cima hay un castillo del siglo XII. Sólo hay un pueblo de casas cúbicas de cal que a primera vista parece una ciudad polvorienta del desierto del norte de África, pero bajo el cielo azul del verano el efecto es exótico.

La única atracción turística es la visita a una antigua fábrica de procesado de atún, que antes era la mayor de Sicilia. A parte de esto, lo que hace todo el mundo es alquilar una bicicleta e ir con ella por las carreteras y los senderos estrechos a las calas. La más popular es Cala Rossa, que se llama así porque en una batalla naval en el año 241 a.C. murieron tantos cartagineses que el mar se tiñó de rojo. Allí el agua es de un color azul turquesa casi irreal.

La otra cala más famosa es Blue Marino, donde la gente se lanza al mar desde rocas a gran altura. La comida es excelente. En todos los menús hay atún, langosta, gambas y calamares frescos. Los platos tienen influencias árabes. Hay pasta con almendras y menta, y tiendas de helados en cada esquina con sabores exóticos como de higo o jazmín. La mejor heladería es La Pasticceria en via Garibaldi, donde hay colas a las 11 de la noche todos los días.

Respecto al alojamiento, una opción excelente es alquilar por una semana la villa Zu Nillu, con capacidad para ocho personas y situada, solitaria, por encima de Cala Rossa. Está construida en una cantera de la época romana. Tiene excelentes vistas al mar y grandes y frondosos jardines con columnas de color crema y una piscina al aire libre. Por último, la decoración interior es una mezcla extravagante, pero atractiva, de estilos rococó y rústico.

Vis (Croacia)
Vis es la isla más occidental de las grandes islas de Dalmacia y una de las menos visitadas. A pesar de sus numerosos encantos, no hay hoteles ni restaurantes de lujo, aunque sí bastantes yates. De hecho, hay pocos lugares donde alojarse, como el Hotel San Giorgio de 10 habitaciones sin pretensiones en la ciudad de Vis, y unos pocos restaurantes sencillos en el puerto que sirven un pescado fresco excelente.

Pero lo más interesante es su belleza mediterránea que casi ha desaparecido en otros lugares: un paisaje de romero, lavanda, higueras, olivares y viñedos (la isla produce algunos de los mejores vinos de Croacia: el blanco Vugava y el tinto Plavac), y playas y grutas casi desiertas, a las que se acceden por pequeñas carreteras (es recomendable alquilar una pequeña moto para moverse).

La escasez de turistas en Vis se debe a que está situada en un lugar remoto (a dos horas en ferry desde Split) y a que antes era una base naval. Tito estableció su cuartel general en una de las numerosas grutas durante la Segunda Guerra Mundial y hasta 1989 nadie podía entrar en ella, ni siquiera los yugoslavos.

Hay restos de instalaciones militares por toda la isla: por ejemplo, desde el fuerte situado en la cima de la colina desde la que se divisa el precioso puerto natural de Vis se ve un agujero en la roca que da paso a un atracadero oculto donde caben tres buques de guerra. En Vis uno tiene una sensación muy real de tranquilidad, lo que provoca que todo se haga lento. La única excursión es un viaje en barco a Modra Spilja, una gruta situada en la isla vecina de Bisevo.

Entre las 11 y las 12 de la mañana, la luz del sol refractada por el mar, de un color azul eléctrico sobrenatural, sale del agua y hace que en las paredes de la gruta se vea un arco iris centelleante con matices azulados.

En Vis hay edificios góticos y barrocos y un monasterio franciscano situado al extremo de la península que empieza en el puerto. Pero lo más destacado son las ruinas en los alrededores de la ciudad: los baños romanos con un suelo de mosaicos impresionante y una antigua necrópolis griega. Bajo el monasterio se han encontrado restos de un anfiteatro romano y algunos creen que allí se oculta toda una ciudad grecorromana. Pero a los habitantes de Vis, que no tienen prisa por atraer al turismo, por ahora no les preocupa que la ciudad siga oculta.

Gökçeada (Turquía)
La ciudad turca de Çanakkale está situada en el Estrecho de los Dardanelos. No es un buen lugar para estar en un día de calor sofocante, pero es el mejor sitio para tomar un ferry e ir a las islas turcas del Egeo. Tres horas después de salir de Çanakkale, se llega al tranquilo puerto de Kuzu en la isla de Gökçeada. El aire es denso y huele a tomillo, que crece de forma natural en toda la isla. Además, cuenta con una brisa que hace que la temperatura sea más baja y agradable que en la Turquía continental.

Pero lo más placentero de todo es la sensación de retroceder quince años en el tiempo: letreros de pensiones y casas de huéspedes se balancean con la brisa y existe una maravillosa ausencia de los edificios de apartamentos de color pastel característicos de numerosos centros turísticos costeros de Turquía.

A pesar de que a la isla aún no ha llegado el turismo de masas (o quizás debido a ello), hay muchas cosas que hacer. Muchas playas conservan su aspecto natural, sin edificio alguno, aunque existen muchos signos de vida en Aydincik Plaji, en la parte más occidental, donde la brisa es más intensa y hay mucha gente practicando windsurf y kitesurf.

Gökçeada es un lugar idóneo para dar un paseo o hacer una excursión por la mañana y tumbarse en la playa por la tarde. O relajarse en bares como el Barba Yorgo en Tepekoy, bebiendo tazas diminutas de café espeso dulce y comiendo el postre baklava aún más dulce.

Debido al carácter natural de la isla, no es un lugar para los que aman el lujo. Pero el Hotel Zeytindali es encantador: dos casas de piedra construidas en el estilo tradicional griego con 16 habitaciones sencillas, pero no espartanas. Y lo mejor es su restaurante, que sirve desayunos y cenas en la preciosa terraza y la mayoría de los ingredientes proceden de la propia isla.

Debido a que Gökçeada es la isla más grande de Turquía, es probable que pronto empiecen a aparecer hoteles y bloques de apartamentos. Pero por ahora constituye un lugar maravilloso para escaparse del estrés diario: sin pretensiones, poco desarrollada y natural.

Fourni (Grecia)
Fourni es un archipiélago de 12 islas situado entre Patmos, Samos e Ikaria, en la parte más oriental del Mar Egeo. Todas tienen el mismo encanto que las islas griegas más turísticas, pero carecen de sus aspectos ostentosos de mal gusto. A los pintores y a los fotógrafos les encantarán sus colinas con escasa vegetación que descienden hasta el nivel del mar y que al anochecer se ven cubiertas por sombras sutiles de colores rosa y violeta, negro y tostado. En realidad, este lugar solitario y salvaje se parece en algo a las islas de Escocia (aunque el clima es mucho más cálido).

A la principal ciudad del archipiélago, también llamada Fourni, se llega en ferry desde Samos e Ikaria. Allí, botes de pesca de colores vivos se balancean en el puerto donde hay unos pocos restaurantes de pescado. La calle comercial empieza en el puerto y acaba en una plaza cubierta por dos grandes plataneros.

Los ancianos del lugar y los turistas vienen aquí para pasar el tiempo, tomar un café griego fuerte y ver a la gente. Aunque no hay villas ni hoteles lujosos, hay pequeñas pensiones y el Hotel Archipelagos ofrece habitaciones bonitas y modernas.

A parte de la ciudad de Fourni, tan sólo hay unos pocos pueblos aislados, pero el archipiélago tiene una larga historia. Su nombre original, Fourni Korseon, procede de los corsarios franceses y los piratas bárbaros que usaban sus grutas como escondites. Su posición estratégica se puso de manifiesto en la Segunda Guerra Mundial: pequeñas embarcaciones griegas esperaban aquí para atacar a los buques de guerra alemanes.

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